11/10/10

Dios, nosotros y un saludo en el “día del ministro(a)”

Como ya sabemos, en la ACYM, el día 12 de octubre es conmemorado como el día del pastor, y mis saludos van a todos aquellos que hoy llevan a cabo tan necesaria y digna labor, y especialmente a la comunidad STT, una instancia formativa, pero también de “comunidad pastoral mutua”, así lo experimento siempre; doy gracias a Dios por ello, por esos momentos mutuos de compartir y permitir que Dios sea quien desarrolle en nosotros Su llamado y ministerios.

En relación a ello, pienso en nuestro tiempo, en donde se hace urgente una labor ministerial, cada vez más cercana a la gente y de una formación integral, de lo cual somos responsables. Estamos, siendo testigos de un cambio de época importante, en el cual no somos observadores sino actores, “hombres y mujeres del camino y no del balcón”, necesitamos cada día desarrollar esas convicciones en torno a lo que Dios ha hecho de nosotros.

El pasaje de Jueces 2, nos invita a poner atención sobre el papel que nos corresponde vivir, lo primero que encontramos, es una generación de hombres y mujeres de Dios, de ministros de Dios, que vivió lo que Dios había hecho por ellos, fueron lo que llamo, una generación libertada por Dios, ellos fueron testigos vivenciales del actuar de Dios en su tiempo, al estar consciente de ese actuar, fueron fieles, comprometidos y sabios en sus días. El pasaje nos narra como llevaron a cabo todo lo que Dios demando de ellos, posterior a la conquista, todos estaban en su heredad, y se nos dice, “Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su heredad para poseerla. Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel” (2:6-7).

De esto rescato dos cosas: Esta generación no sólo fueron hijos de Dios, sino también hijos de sus días, comprendieron que su vivencia estaba conectada con la misión definida para ellos, conquistar la tierra y la vivieron a plenitud, pero además fueron un pueblo que en medio de su misión adoraba a Dios, no sólo estaban preocupados de la conquista, sino que aquello fuera un culto para Dios. Vida y misión siempre están conectadas. Lo otro que rescato, es el reconocimiento que la obra siempre será de Dios, “ellos fueron reunidos a sus padres”, pero lo importante que en sus días hicieron aquello que se les demando.

Al continuar con la narración bíblica, uno esperaría que el pasaje nos hablara de lo bien que continuo aquel proceso, pero no, nos encontramos con una historia distinta.

El pasaje bíblico dice: “Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová” (2:11-12). Solamente se necesitó una generación para que la memoria de las grandes cosas que Dios había hecho por Israel bajo Josué se oscureciera y con ello, el conocimiento verdadero de Dios. Podemos buscar culpables de esto, algunos dirán que la generación anterior hizo mal su labor, es fácil ir al pasado para justificar nuestros errores presente.

A esta generación le toco vivir la transición, establecerse como pueblo en la tierra conquistada. Las transiciones siempre son complejas, nosotros los chilenos sabemos de esto, siempre hay obstáculos, siempre hay miradas pegadas en el pasado y miradas atropelladoras en sus deseos de avanzar, pero también están aquellos que renuncian a vivirlas, y sólo dejan que la corriente del momento los arrastre sin rumbo fijo, renunciando a construir y vivir la vida. Aquí nos encontramos con una generación que se apartó de Dios, que tomó los caminos de la seducción de la vanidad, la ignorancia y la idolatría, dejándose atrapar por su entorno y no vivir para Dios.

La narración ante la catástrofe descrita, nos lleva a encontrarnos con el amor y la fidelidad de Dios, al ver la condición del pueblo, actúa con gracia, y esta se hace presente como lo indica el texto bíblico, en el llamado de hombres y mujeres, “Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban…Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían (2:16-18)”. Si, tal como lo dice el texto, Jehová fue movido a misericordia, pero el medio para esto, fueron hombres y mujeres, conocidos como los jueces, como Otoniel, Débora, Barac, Gedeón, y otros; los ministros de Dios para esa generación apartada de Dios, quienes tuvieron la misión de mostrar como Dios redimía a su pueblo, ser lo siervos(as) de Dios.

Desde que el ser humano salió del Edén, vive su rebeldía, sólo busca construir su vida lejos de Dios, en una supuesta autonomía, que sólo lo lleva ahondar su desgracia y ante ello, Dios es quien actúa trayendo redención y lo hace entregando sus dones, sus ministros, sus siervos y siervas para amparar al ser humano de su condición, ser los dones de Dios, que sirven exponiendo Su amor al prójimo en desgracia.

Es interesante cuando se estudia nuestra historia, la historia de la iglesia cristiana, encontrarse con estos dones, hombres y mujeres que tuvieron vida y misión, que estuvieron dispuestos a no dejarse arrastrar por la corriente de sus días, sino desarrollar una vida y misión para Dios, y ser parte de Su obrar, un privilegio, que nos debe llevar a la integridad y humildad, se trata de lo que hace Dios por el bien del ser humano, y en ello, somos siervos(as), como lo indica el apóstol Pablo, colaboradores de Dios.

La humanidad cada día se ve oprimida y perdida, levanta voces de aflicción de una manera inconsciente muchas veces, ya que es arrastrada por el enemigo que tiene rostros de consumo, inmoralidad, sinsentido, pasotismo, y otras tantas máscaras que se usan hoy, pero que son la evidencia de una generación apartada de Dios, cuyo dolor y desgracia no siempre es percibido. Nosotros hoy somos esos dones que Dios a dado y debemos honrar lo que Dios hace de nosotros, ministros(as) de Él.

Que nuestro gozo siga siendo el experimentar como Dios a través de sus siervos(as) sigue redimiendo al ser humano, para conformar un pueblo que viva esa realidad que nos tensiona en todo momento, porque nos lleva a anhelar Su Reino, porque nada se compara a lo que Dios hace por el ser humano.

Gracias a Dios por la labor ministerial y que Dios les bendiga, que siga habiendo vida y misión, de la que trae Dios…!!!! Feliz día….!!!!

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 1P.5:2-4.

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