20/9/09

El Dios del don de la vida y la vocación....

No hay ser humano que no experimente la crisis vocacional, la crisis del servicio y la crisis de la misión que le compete en este mundo, ya conocemos la problemática de la falta de sentido, falta de realización personal y de satisfacción, cuando esto esta presente se termina en la mayor de las angustias y terminamos huyendo de nosotros mismos, esa es la falta de vocación, la falta de servicio y la falta de misión.
En el pasaje de Ex.4, nos encontramos con el llamado de Moisés, Dios lo llama a extender el Reino, a vivir la libertad del Reino, pero no es sólo el llamado a extender la libertad del Reino para el pueblo de Dios, sino que es también el descubrimiento de su propia libertad, la libertad de los falsos reinos construidos por él, es un encontrarse consigo mismo, con el verdadero Moisés.
Cuando Moisés fue llamado a la extensión del Reino, a la libertad del Reino, a ser la persona indicada para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, se lleno de excusas……v.1 “He aquí que ellos no me creerán, no oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. La respuesta de Dios fue:v.2. “¿Qué tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.
No era casualidad la vara en la mano de Moisés, este se había convertido en pastor, en un cuidador de los rebaños de su suegro Jetro, en la tierra de Madián había descubierto una vocación. La vocación, aquello con lo cual encontramos un sentido de ser y hacer, la vocación habla de quienes somos y lo que hacemos. La vara para Moisés era su vocación, su vida, su trabajo. En la vara estaba la vocación de Moisés y con ella debía servir a Dios, ser un pastor.
El Dios que se revela a Moisés es el mismo Dios de los patriarcas, de Abraham, Isaac y Jacob, se trata del Dios que se interesa por la situación del pecador, del débil y marginado, sin perder lo grande de Él y su trascendencia, que se manifiesta en el fuego, haciendo de aquel lugar algo sagrado, pero es el Dios ahora de Moisés, no es sólo un Dios de los grandes del pasado, también es el Dios del presente, aun de los pequeños, ahora es el Dios de uno que estaba tratando de encontrar su sentido de ser y hacer en aquel lugar de Madián, lugar ajeno quizás a sus sueños de infancia y joven, quizás anhelando un sentido de vida diferente.
El encuentro con Dios, posibilitó a Moisés descubrir la vida y lo que Dios puede hacer con ella. El relato continúa con el episodio de la vara que se convierte en culebra y de la lepra en el pecho de Moisés, ahora él comienza a descubrir las sorpresas de Dios en la vida y lo que puede hacer con ella, de esta manera Dios mostraba lo que podía hacer con su vida, una vida usada para el Reino, para la extensión y proclamación de lo que Dios quería hacer con la humanidad, traer libertad y salvación a aquellos que estaban excluidos de la vida, los esclavos israelitas en Egipto.
Moisés descubre que Dios reorienta nuestras vidas para su Reino, Dios reorienta nuestras vocaciones para su Reino. Al apóstol Pedro se le dice, no serás más pescador
sino un pescador de hombres……
El apóstol Pablo, de un Saulo de Tarso al apóstol de los gentiles, que para poder sobrevivir se transformó en un fabricante de tienda….
Moisés descubre su llamado de ser y hacer, una vocación, que es sólo posible bajo las definiciones de Dios para ella.
El qué hacer en la vida, termina cuando viene Dios a la vida del ser humano.
¿Qué tenemos en nuestras manos? Nadie puede negar la realidad de su vida, así como Moisés tuvo que reconocer que había una vara, que dejaba en evidencia lo que era, hoy Dios nos recuerda las varas que hay nosotros y con ellas debemos responder al Reino de Dios, reconocer que Él nos ha dado una vida y con ella debemos reorientar nuestra vocación, nuestras vidas para el Reino.
Si Dios ha traído un sentido de ser y hacer, vocación, a nuestras vidas, permitamos que todas nuestras opciones y prioridades estén cruzadas por este alto llamado que Él nos ha dado…..renunciar o renegar de ello, es perder la vida finalmente que nos toca vivir y creo que siempre hay un “pueblo” que nos espera con nuestra vocación y un Dios que nos dice: “Ve, porque yo estaré contigo;...” (Ex. 3:12a).

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