20/9/09

Nuestro "abandono" al Abba Padre.

Nuestros días están más atentos al pragmatismo, que a las cuestiones esenciales e ideales, hemos ido perdiendo la capacidad de encantarnos con la vida y la posibilidad de que esta sea mucho más posible para todos, pero para los cristianos(as) la vida debe seguir viéndose como un don y debemos agotar todos los medios posibles para que esta siga teniendo todas las razones para vivirse, y si hay algo que nos inspira es esa realidad que nos llegó en el Hijo de Dios, Jesucristo; es ese Reino, que nos demanda la renuncia del pragmatismo y optar por ese ideal de vida que en Cristo si es posible, pero para ello debemos de seguir aprendiendo del Hijo, y de esa relación con su Padre.
Una de las características del pragmatismo, es hacer de las personas un activismo constante, perdiendo la capacidad de escuchar para actuar. En la vida del Hijo de Dios, teniendo como central su relación con el Padre, se destaca esa disposición a escuchar antes que actuar. En el Evangelio de Juan se destacan algunas citas, que nos muestran esta relación: “Yo no hago nada por mi propia cuenta… sino cumplir la voluntad del que me envío” (Jn.5:30; “…el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta….porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo…” (Jn.5:19); “….no hago nada por propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado (Jn8:26-28); y por último “… Así todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir” (Jn.12:49-50).
Lo común en lo apuntado anteriormente es el carácter central de la voluntad del Padre y las más completa entrega y sumisión a ella. Nos encontramos reconociendo en el Hijo, que no habla, ni decide, ni juzga ni hace nada por sí mismo, todo finalmente procede del Padre. El comportamiento de Jesús va en contra de la mentalidad pragmática que prevalece en nuestros días, dos cuestiones centrales en su comportamiento lo explicitan: Primero, se coloca en la condición de un buen oyente (quienes son lo que de verdad quieren oír en nuestros días). Segundo, pone fin la necesidad humana de autonomía (quien renuncia a su individualidad y su autodeterminación en nuestros días).
Jesús nos da una lección, primero escucho al Padre y luego actúo, como dice alguien, este comportamiento es una invitación al silencio, a un verdadero retiro constante con el Padre, totalmente ajeno al bullicio y agitación de nuestros días y de nosotros. Esto debiera cuestionar este comportamiento pragmático, por ejemplo, quién escucha aun lo profundo de su propio corazón, para que hablar de esas voces cercanas y distantes, que buscan oídos atentos. Ignacio de Antioquía decía: “es mejor guardar silencio y ser, que tener en abundancia y no ser”. El silencio nos lleva a nuestro interior, logramos conocernos, lo que nos prepara también para conocer a Dios. Cuán necesario es escuchar para mantener buenas relaciones, y si trasladamos esto a la relación Padre-Hijo, nos damos cuento que ello fue fundamental, para que el Hijo viviera esa vida que el Padre había dado para Él, cuántas veces surgieron las voces de la tentación para desviarlo de ella, pero se apartaba, buscaba el silencio y escuchaba al Padre, y regresaba a vivir lo del Padre.
El pragmatismo y nuestras “urgencias”, nos nublan la vista, haciendo por ejemplo de nuestras oraciones un verdadero monologo que dirigimos al Padre, van sólo con nuestra percepción, con la inmediatez de nuestra “realidad” y carencias de todo tipo.
Jesús, todo lo contrario, dio prioridad a la voz del Padre, aun su oración “modelo” nos dice: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt.6:10); que desprendo de ello, que la vida que asumía Jesús, era un verdadero abandono de sí mismo por la voluntad del Padre. Al decir que él no habla, ni juzga ni hace cosa alguna sin oír antes al Padre, así Jesús muestra que no tiene una vida autodeterminada, propia, sino la del Padre, con esto nos estaba enseñando donde estaba la vida, era el don del Padre y debía vivirse según Su Voluntad. La vida que se nos ha dado es para hacer la voluntad del Padre, y para esto necesitamos aprender a escuchar, más que actuar. Dios siempre es nuestro acto primero, nosotros somos sólo acto segundo.
El escuchar a Dios al estilo del Hijo, Jesucristo, nos permitirá dar significado a nuestra propia existencia en una relación genuina con el Padre, y que esto también nos ayude a escucharnos más a nosotros y a nuestro prójimo.
Que el Escuchar al Padre sea para decir: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
*En deuda con varios por lo expuesto.
*Bueno, la idea era terminar con las notas acerca de la “orfandad” y el Padre con la anterior, pero según algunos comentarios, era necesario esta, bueno, que Dios nos acompañe en todo.

1 comentario:

  1. que bendición nos entrga el Padr a través de sus publicaciones,que grande es que hasta por los medios mas modernos nos esta enseñando.saludos y bendiciones querio tio y Pastor:-)

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